9 ago 2012

Basta del oscuro



Despertó y se dio cuenta que habían pasado 20 meses desde la última vez que se despidió de él sin saber en qué condiciones pasaría las siguientes horas, días o semanas. El lugar en el que le dijo ése nos vemos sin la certeza de que fuera un hasta luego o un adiós, era algo inimaginable apenas unas semanas atrás. Estaban sentados en una banca en medio de un jardín tomando tereré y panqué navideño en pleno diciembre con un calor de más de 40° grados acompañada de la humedad típica de Córdoba. La banca y ése jardín era dentro del hospital de  neuropsiquiatría, todo parecía un sueño, un mal sueño vale decir. Sin embargo ése abrazo que se habían dado apenas unos minutos se sintió como lo más cercano, sincero y genuino que habían tenido en las últimas semanas.

Aún cuando han estado esos 8 mil kilómetros de distancia despedirse, imaginarse y acostumbrarse a esa ausencia no fue fácil. Pero de pronto aparece la sensación de ser extraños, extraños que compartieron todos los días por 3 años y que conocían tantos gestos y manías uno del otro.

Hoy ella piensa que no sabe si él sigue comprando helado de chocolate nevado después de media noche, si sigue mordiendo los pellejitos de los dedos de la mano, si mientras duerme tiene esos espasmos en brazos y piernas, si anda en bici, arreglo la moto y le cambio esas cosas que decía y que no retuvo como se llamaban, si come en cantidades industriales sin subir un gramo, si ronca, si sigue sacudiendo la comida para dejar las morusitas, si se pone la misma loción cuando sales por la noche, si tarda 10 min. en preparar café con leche porque agita y agita el café... todas esas cosas que lo hacían tan él y ahora no las conoce más. A veces piensa cómo seria verlo compartirlas con alguien mas si es que esta ocupado ya ése lugar.

Tal vez lo más importante de despertarse hoy con esta sensación de libertad y ligereza es que puede pensar en esos detalles que ignora pero que no necesita saber ya. Poder hacerlo parte de su pasado, que atesora cerquita de ella pero que no es su hoy ni será su mañana. Y entonces lo piensa y trata de ponerle nombre a ese sentimiento que tiene hacia él, y se encuentra con que no es cariño, ni amor, ni ternura, ni indiferencia, ni odio tan solo es su recuerdo y un proyecto de vida que no fue.





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