El viernes fue mi último día de trabajo y aunque estuve muy sorprendida porque fueron varias las que se animaron a ir al bar donde nos juntamos segun para despedirme conforme pasan los días me doy cuenta de que con o sin viaje yo no podía trabajar mucho tiempo ahí.
Cuando leia que mi estado es uno de los primeros en violencia de género pues lo entendía porque de alguna manera tenia contacto con casos de ése tipo pero nunca lo viví de manera tan cercana. Y es que por increíble que parezca donde trabajaba que se supone se vela por el bien de la ciudadania habia tanta violencia hacia las mujeres que ahi trabajábamos que yo en ocasiones no me la acababa de creer.
Y obvio no hablo de violencia física pero si de las grandes diferencias y es que como primer ejemplo las telefonistas eramos mujeres a excepción de un compañero (que segun lo pusieron para homogeneizar auqnue al final no contrataron mas porque no fuera a alborotar el gallinero!). Las miradas e insinuaciones eran cosa de todos los días y que vieja mamona si no los saludabas o les dabas pie a la plática. Lo que más me molestaba era que la reglas no eran iguales porque si tu la cagabas con una ubicación inmediatamente venian a regañarte o indicarte con palabras "dulces" que eras muy tontita y que escucharas mejor la próxima vez pero nadie jamás los regañaba cuando no pasaban un reporte de impacto menor.
Y así podría seguir con mil ejemplos pero al final y lo más alarmante era que es un conducta que desde arriba (digase "altos mandos") se continua alimentando y que las mismas compañeras terminan aceptando al paso del tiempo. Lo más irónico del asunto es que el 80% de las llamadas de intervención que yo atendía tenían que ver con violencias intrafamiliar y con explicar interminablemente el circulo de violencia.