1 Negación
El sonido de la alarma a las 6 a.m. lo
despertó de un sobresalto. Poco a poco su corazón acelerado se tranquilizó y
distinguió que el bip bip no era el aviso de que alguien estaba por cruzar al
otro lado, como había visto tantas veces el tiempo que estuvo en el hospital.
Estaba frente al edificio de paredes
blancas y azules que llamaba escuela, sintiéndose bien. -¿Bien?- Se preguntó.
La respuesta fue: Bien, estás bien Oscar, no le hagas al cuento. Durante todo
ése día sintió miles de ojos clavados en cada uno de sus gestos y movimientos.
– ¡No entiendo porque tanto argüende!
Sí, si estuvo bien feo, pero ya que lo superen-. Le dijo con voz autónoma a
Manuel, su compañero de taller.
Cada vez contó un poco más corta la
versión a quienes se atrevieron a preguntarle ya fuera por confianza,
curiosidad o morbo. Su bolita de amigos se había juntado a hacer un trabajo en
casa de Ana, se les hizo tarde y se subieron al camión. Algo pasó y estaban atorados en las
vías del tren, mucha gente intentaba salir mientras que otros gritaban, rezaban
o lloraban. Llegaron muchos paramédicos, se desmayó y despertó en una cama lleno
de tubos.
Los siguientes meses todos siguió más
o menos normal. Entró de nuevo al club de ajedrez de la escuela no fue difícil,
contando que solo eran 3 miembros, siguió sin entenderle a física y bueno pues se
sintió “bien”.
2 Ira
- ¡Córrale profe! Se están dando unos buenos
atrás de las canchas.
- Profe, vaya rápido porque uno ya
trae mucha sangre. ¡Se están pegando bien feo!
Con la camisa llena de manchas de
sangre y la mejilla que parecía una fruta magullada esperaba el castigo
acompañado de sus papás.
- ¡Mira nada más como dejaste a Luis, Oscar! Va a necesitar puntos- Le dijo el director. El regaño no paso de ahí y únicamente lo suspendieron 2 días.
- ¡Mira nada más como dejaste a Luis, Oscar! Va a necesitar puntos- Le dijo el director. El regaño no paso de ahí y únicamente lo suspendieron 2 días.
Ésa fue la primera de varias peleas
que Oscar tendría en los meses que faltaron para que terminara el año escolar,
entre ellas hubo una con un profesor.
Oscar sentía que todo le molestaba,
era como si siempre algo lo incomodara, como traer una piedrita en el zapato
todos los mendigos días, y no poder sacarla.
3 Negociación
-¡Ay Oscar! Espérame tantito ¡no te
enojes!- Le dijo Ana con ése tono del norte que tanto le gustaba. Él siguió
caminando, ya no estaba enojado pero quería que sufriera un poco, porque en el
fondo le dolió que no siempre lo tomara en cuenta. De repente se frenó, volteó
y le plantó un beso fuerte en la boca. Los dos soltaron una carcajada.
Despertó sudando y con la boca seca,
nunca había soñado con ella desde el accidente. Ojalá hubieran tenido chance de
pasar más tiempo, darse un beso largo de esos que tanto les gustaban. A veces jugaban
a besarse minutos y minutos y cuando abrían los ojos era como si volvieran de
unas vacaciones. El ojalá y el hubiera comenzaron a llenar su cabeza todos los
días y a todas horas.
4 Tristeza
Se observó frente al espejo de pared
que había en el baño. Ya llevaba unos meses en la universidad. El reflejo le
regresó unos ojos en los que no pudo ver
nada más que un vacío que lo llevaba cada vez más y más a un lugar donde la
puerta de salida se veía menos y menos cerca.
Todos los días parecían lo mismo. No
había conocido a casi nadie y estaba seguro que cuando decían “el zombie” se
referían a él.
5 Aceptación
Por alguna razón ese día decidió tomar
la ruta 42, hacía más de un año que no lo tomaba. Mientras hacía el recorrido
una marea de sensaciones lo fue inundando; el miedo de saber que el camión
estaba parado justo frente a una maquina de vagones que venía hacía ellos y no tenía
intención de frenar; y los vacíos de memoria que no había podido cubrir, era
como si el guion de ésa historia, su historia, siempre le faltará una hoja.
Pidió la parada y al bajar se sentó frente a un puesto de periódicos. No supo
cuanto tiempo estuvo ahí, pero cuando regresó ya era un poco tarde y el sol
comenzaba a ocultarse.
No sabía muy bien que pasaría, pensó
un momento en Ana, y luego en Daniel, Paco y María en como ya no estaban y él
sí. Tuvo la sensación de que algo grande lo estaba esperando si no por qué otra
razón esperaba de nuevo la ruta 42.
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