¡Sí funciona!, es igualito a
una tormenta y así es como se vería en realidad.-Le dijo con tono de voz seria,
la misma que usaba siempre que trataba de convencerla de cualquier cosa,
especialmente para intercambiar juguetes a cambio de inventos.
Las cosas siempre fueron así,
al menos los años en los que crecieron juntos. Se llevaban exactamente 1 año y
19 días, él era el mayor. Sus primeros años los pasaron jugando durante mañanas
y tardes enteras en casa de la abuela, Mama Ito.
Comenzaron la guardería con la
maestra Paty, y en el festival del día de la raza él fue disfrazado como
cowboy, seguramente porque era pecoso y güerejo mientras que ella fue de china,
cualquiera que vea hoy ésa foto se dará cuenta que la idea no le pareció mucho
por la trompa parada y el ceño fruncido.
En Kinder entraron juntos a un
colegio de monjas. La parte favorita de ella era el delantal de rayas azules y
blancas y las estrellitas que iban cosidas a éste, para él fue el patio enorme del
recreo, donde podía hacer de las suyas todos los días. A la hora de la salida los
recogía Mama Ito y el abuelo, Papa Toño en la camioneta de caja amarilla, la
misma que usaba para vender zapatos a Putorreón.
Ésa tarde habían estado
jugando, otra vez, a los playmobil de la granja. Tenían los trabajadores, animales,
establo, granero, cercas y otras cosas más que habían ido recolectado de aquí y
allá para completar el juego. Él como era de esperar era el granjero jefe que daba
órdenes a todos los demás mientras que ella aceptaba ser los granjeros
trabajadores.
Poco antes de que llegasen sus
mamás del trabajo, el güerejo ya se había aburrido y entonces peligrosamente
empezó a idear. Fue ahí cuando se le ocurrió la idea de la tormenta, que
básicamente era un frasco de gerber, arena y sal. Él se había encargado de
recolectar la tierra en el baldío de al lado y ella de tomar prestada poquita
sal de la cocina.
Agítalo otra vez si quieres,
la verdad está bien padre, ¿A poco no?. Ella
veía atentamente el frasco de tormenta y después su juego de pelotas azul, roja
y morada, y viceversa.
En la tarde noche cuando iba
rumbo a casa en el bocho blanco con su mamá, le pregunto ¿Y ése frasco May?- Ah
pues es una Tormenta que me gané.
Y así fue como de nuevo, ella
ganaba un invento mágico mientras que su primo favorito otro juguete más para
su ya grande colección.
1 comentario:
Que ternura de historia.
Saludos.
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